domingo, 24 de noviembre de 2013

"Toma mi corazón..." de Andrea Aguirre




Toma

mi corazón con tus manos

                                               apriétalo

                                               estrújalo

                                               tíralo

                                               rásgalo

                                               rómpelo

                                               muérdelo

                                               písalo

                                               aráñalo

                                               incluso dinamítalo

está tan lleno

que no podrás desangrarlo.

(Andrea Aguirre. El ciclo lunar de los paréntesis. Ed Ártese quien pueda)

Andrea Aguirre nació en Buenos Aires en 1980. Es Licenciada en Pedagogía y Máster en Programas de Intervención Psicológica en contextos educativos por la UCM. En esta universidad, actualmente finaliza sus estudios de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, mientras trabaja en el desarrollo de proyectos psicoeducativos.
En 2012 publicó El ciclo lunar de los paréntesis y en 2013 La infancia suicida de Verónica Qué.
 

sábado, 16 de noviembre de 2013

Laura Casielles


Estar
un poquito en la calle y un poquito en los libros,
tener
al menos un amor que haya cambiado el mundo y un puñado de amores menos eternos
que formen entre todos el país donde se quiere vivir

por lo demás,
ser
una casa con ventanas abiertas,
viento y sol, una cama con alguien,
proyectos,
el pasado presente, el futuro olvidado,
un par de carencias,
la mar,
la salud que no falte,
la risa siempre a punto,

gozar
de los amigos en cuya presencia
nada ha fallado nunca.

No pedir más.
(Laura Casielles, Los idiomas comunes)



Ante un libro editado por haber ganado un premio de poesía y teniendo en cuenta que los jurados se repiten y repiten, siendo los mismos o sus clones, y que estos tienen muchos amigos o intereses, y algo de cara, uno va con miedo. En el caso de Los idiomas comunes no sólo obtuvo el XIII Premio de Poesía Joven “Antonio Carvajal”, sino que además fue elegido como mejor poemario de un autor joven publicado en 2010, o lo que es lo mismo, su autora recibió 20.000 euros por el Nacional de Poesía Joven “Miguel Hernández” que concede el Ministerio de Cultura. Y con esto, ese uno del que hablaba no sabe si calmarse o asustarse más.
Pero entonces llega la lectura, y los poemas de Laura Casielles quitan cualquier tontería de premios. La poeta, nacida en 1986 en Pola de Siero (Asturias), aclara porqué merece que sus poemas sean leídos, y lo hace como hay que hacerlo, con poesía de la buena.

De los 42 poemas que componen el libro, 17 incluyen la palabra “amor” y en 3 más utiliza el verbo amar. Es curioso este hecho pues no se trata de un poemario amoroso, entendiendo este calificativo (o descalificativo por su pomposidad) como la voz de la poeta cantando a su amado o amada. Casielles habla del amor, pero dándole dimensión de idioma común, lo que nos une y aleja de los otros y de la vida, amor como reivindicación de la humanidad pura, es decir, de la humanidad construida con todos los ojos, “Reivindico mi mitad mora, la parte goda / de mi genoma / basta ya / de dioses griegos que no riegan mi sangre”. Sin embargo, y como no podría ser de otra manera, los versos hablan desde la cercanía occidental y no desde un planteamiento global. Así se aprecia en algunos poemas con títulos de corte cristiano, Ofrenda, Credo, Redención, Génesis y Acción de gracia, también en el planteamiento de problemas tales como el sexismo o las expectativas respecto a la mujer.

Los idiomas comunes está dividido en cuatro partes, y aunque ese-uno-que-tenía-miedo-pero-que-después-se-le-fue haya dicho que la poeta habla de amor, el lector no debe quedarse ahí, pues eso sería llegar a la meta sin haber recorrido el camino.
Laura Casielles plantea una lectura parecida, desde el fin al origen. En la primera parte, con un estilo conversacional, reflexiona sobre lo que ya existe, un cuerpo con sus mutaciones, un hogar frágil, una Historia mal escrita y el miedo a lo desconocido pese a tenerlo delante, “Me decís extranjera / por si acaso. / Pero entrad en mi casa ahora. / Os daré de beber y trataré de empezar a contaros / mi verdadero nombre.”
En la segunda parte, sin título como todas, la poeta indaga en el individuo, se pregunta por la unicidad, por su concepción, aunque no es hasta la tercera parte, al buscar al hombre entre los hombres, donde empieza a encontrar respuestas, que no son otras sino preguntas “Cada vez que no estemos de acuerdo, / empecemos mejor / por la buena noticia: / <<hoy, aquí, / dos personas se han hecho a la vez / la misma pregunta>>.” Es este el lugar en el que Casielles más hincapié hace en los idiomas y en las palabras como unión de los habitantes de este mundo “las palabras / me hacen seguir la ruta de razones / que han forjado mil años de hombres hablando” o “Un idioma / en el que pueda hablar sin que nadie entienda / nada más lo que digo, / un idioma que no pese tanto.”
El origen está en la última parte, en la cuarta. En ella se encuentran los materiales para construir lo anterior, los versos más propios que llevan a los versos más conversacionales, como ya se ha planteado en este texto, “Conoces el manantial. / Sabes que hay agua.”

domingo, 10 de noviembre de 2013

¡SI DERRIBAS EL MURO...! de Ernestina de Champourcín



¡Si derribas el muro
qué gozo en todas partes!
¡Qué lazo de palabras
se sentirá en la tierra!
Y todo será nuevo,
como recién nacido...
Si derribas el muro
de todas las mentiras
¡Qué júbilo de amor
abierto sobre el mundo!
¡Qué horizonte sin nubes
en la curva del cielo!

Ernestina de Champourcín , Primer exilio.


Entre los nombres olvidados de las letras españolas se encuentra el de Ernestina de Champourcín, una poetisa nacida en Vitoria en 1905 y fallecida en Madrid en marzo de 1999.
Champourcín fue discípula de uno de los poetas más grandes que ha dado la Generación del 27, Juan Ramón Jiménez, y en toda su obra se nota la gran influencia de este autor, sobre todo en el preciso uso de las metáforas y aquellos recursos poéticos que él exploró de una manera inigualable.
Su poesía se encuentra irradiada de elementos simbólicos relacionados con una pureza y una belleza incuestionables. Escribió muchos poemas de amor; sin embargo consiguió ir mucho más allá de este estilo tan trillado, y cultivó una poesía social auténtica, que permite acercarse a la realidad de los poetas del exilio; muchas de sus poesías hablan sobre la soledad y la nostalgia.
Pese a que su nombre no adquirió importancia hasta la década del 90, época en la que se le otorgó, entre otros, el Premio Príncipe de Asturias de Letras, Ernestina nunca dejó de escribir y entre sus obras más importantes se encuentran "En silencio", "Cántico inútil" y "Presencia del pasado".