Estar
un poquito en la calle y un poquito en los libros,
tener
al menos un amor que haya cambiado el mundo y un puñado de amores menos eternos
que formen entre todos el país donde se quiere vivir
un poquito en la calle y un poquito en los libros,
tener
al menos un amor que haya cambiado el mundo y un puñado de amores menos eternos
que formen entre todos el país donde se quiere vivir
por lo
demás,
ser
una casa con ventanas abiertas,
viento y sol, una cama con alguien,
proyectos,
el pasado presente, el futuro olvidado,
un par de carencias,
la mar,
la salud que no falte,
la risa siempre a punto,
ser
una casa con ventanas abiertas,
viento y sol, una cama con alguien,
proyectos,
el pasado presente, el futuro olvidado,
un par de carencias,
la mar,
la salud que no falte,
la risa siempre a punto,
gozar
de los amigos en cuya presencia
nada ha fallado nunca.
de los amigos en cuya presencia
nada ha fallado nunca.
No pedir
más.
(Laura Casielles, Los idiomas comunes)
Ante un libro editado por haber ganado un premio de poesía y teniendo en cuenta que los jurados se repiten y repiten, siendo los mismos o sus clones, y que estos tienen muchos amigos o intereses, y algo de cara, uno va con miedo. En el caso de Los idiomas comunes no sólo obtuvo el XIII Premio de Poesía Joven “Antonio Carvajal”, sino que además fue elegido como mejor poemario de un autor joven publicado en 2010, o lo que es lo mismo, su autora recibió 20.000 euros por el Nacional de Poesía Joven “Miguel Hernández” que concede el Ministerio de Cultura. Y con esto, ese uno del que hablaba no sabe si calmarse o asustarse más.
Pero entonces llega la lectura, y los poemas de Laura Casielles quitan cualquier tontería de premios. La poeta, nacida en 1986 en Pola de Siero (Asturias), aclara porqué merece que sus poemas sean leídos, y lo hace como hay que hacerlo, con poesía de la buena.
De los 42 poemas que componen el libro, 17 incluyen la palabra “amor” y en 3 más utiliza el verbo amar. Es curioso este hecho pues no se trata de un poemario amoroso, entendiendo este calificativo (o descalificativo por su pomposidad) como la voz de la poeta cantando a su amado o amada. Casielles habla del amor, pero dándole dimensión de idioma común, lo que nos une y aleja de los otros y de la vida, amor como reivindicación de la humanidad pura, es decir, de la humanidad construida con todos los ojos, “Reivindico mi mitad mora, la parte goda / de mi genoma / basta ya / de dioses griegos que no riegan mi sangre”. Sin embargo, y como no podría ser de otra manera, los versos hablan desde la cercanía occidental y no desde un planteamiento global. Así se aprecia en algunos poemas con títulos de corte cristiano, Ofrenda, Credo, Redención, Génesis y Acción de gracia, también en el planteamiento de problemas tales como el sexismo o las expectativas respecto a la mujer.
Los idiomas comunes está dividido en cuatro partes, y aunque ese-uno-que-tenía-miedo-pero-que-después-se-le-fue haya dicho que la poeta habla de amor, el lector no debe quedarse ahí, pues eso sería llegar a la meta sin haber recorrido el camino.
Laura Casielles plantea una lectura parecida, desde el fin al origen. En la primera parte, con un estilo conversacional, reflexiona sobre lo que ya existe, un cuerpo con sus mutaciones, un hogar frágil, una Historia mal escrita y el miedo a lo desconocido pese a tenerlo delante, “Me decís extranjera / por si acaso. / Pero entrad en mi casa ahora. / Os daré de beber y trataré de empezar a contaros / mi verdadero nombre.”
En la segunda parte, sin título como todas, la poeta indaga en el individuo, se pregunta por la unicidad, por su concepción, aunque no es hasta la tercera parte, al buscar al hombre entre los hombres, donde empieza a encontrar respuestas, que no son otras sino preguntas “Cada vez que no estemos de acuerdo, / empecemos mejor / por la buena noticia: / <<hoy, aquí, / dos personas se han hecho a la vez / la misma pregunta>>.” Es este el lugar en el que Casielles más hincapié hace en los idiomas y en las palabras como unión de los habitantes de este mundo “las palabras / me hacen seguir la ruta de razones / que han forjado mil años de hombres hablando” o “Un idioma / en el que pueda hablar sin que nadie entienda / nada más lo que digo, / un idioma que no pese tanto.”
El origen está en la última parte, en la cuarta. En ella se encuentran los materiales para construir lo anterior, los versos más propios que llevan a los versos más conversacionales, como ya se ha planteado en este texto, “Conoces el manantial. / Sabes que hay agua.”
Este libro me pareció precioso, sorprendentemente lúcido para alguien tan joven como la autora. Estoy aprendiendo mucho con Los lunes poéticos.
ResponderEliminarGracias, Raquel.
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